Cuando lo encontràron en Tile Island en el archipiélago de las Marshall en el medio del Pacífico, José Salvador Alvarenga, un pescador salvadoreño, pero de tantos años residente en México, pasó 438 días a la deriva en su pequeño barco. Días y noches cocidos por el miedo y la desesperación, por la depresión más profunda. Días y noches pasados a soportar el hambre, el frío y el calor más intenso. Pero también a luchar para no dejarse ir, para construir un mundo en el que un tiburón ballena se convierte en un amigo inseparable, para redescubrir un instinto que lo conducirá por 6.700 millas hasta la salvación.
Ahora la historia de esta extraordinaria aventura, y también de los terribles días que siguieron al rescate, cuando muchos lo acusaron de presunto canibalismo sospechando que se hubiera comido el cadaver de su compañero muerto después de unas semanas, es un libro escrito por Jonathan Franklin, periodista del periòdico inglese The Guardian, que se està lanzando ya en italia por Rcs: «438 días: la increíble historia real de un hombre superviviente al océano».
Franklin ha recolectado cuidadosamente las historias del náufrago, a menudo incapaz de sostener largas conversaciones sobre su aventura, escuchó las opiniones de los expertos climatólogos, médicos y psicólogos para reconstruir los contornos de una historia en la que las posibilidades de supervivencia en esa parte del Océano Pacífico en ese período tan largo eran practicamente cero.
José Salvador Alvarenga, pescador con experiencia, había salido a dar un viaje de pesca a lo largo de Costa Azul en México. A bordo con él estaba Ezequiel Córdoba, popular jugador de fútbol de 22 años, instrumentos de pesca y lo que se necesita para una salida en mar por un día y una noche: dos cambios, un radio casi sin baterias, el GPS, el hielo y poco más.
Es el 17 de noviembre del 2012, cuando los dos amigos salen de la laguna para dirigirsea en alta mar. A pocas millas de la costa los sorprende una fuerte tormenta que obliga José a deshacerse de todo el equipo de pesca, alrededor de 500 libras, a tientas para acercarse a la costa. Los amigos logran dar la posición a los equipos de rescate, pero a poca distancia de la costa el motor los abandona y el barco viene llevado lejos por la corriente.
Empiezan asi los 14 meses dramáticos que José ha contado con detalle a Franklin. El intento desesperado de ser visto por al menos 20 barcos cercas, recogiendo el agua de la lluvia, la desesperación y el deseo de acabar con todo, pero también la capacidad extraordinaria de marinero José que guía el barco como sea, incluso en las tormentas más violentas.
A continuación, la historia de uno de los momentos más terribles. Después de dos meses, Ezequiel Córdoba se enferma después de comer los restos de un reptil venenoso, y la carne cruda de un pájaro, deja de comer, se siente abrumado por la apatía, deja de luchar y en poco tiempo muere.
José tiene terror de estar solo durante días y actúa como si nada hubiera sucedido. Sigue hablando con su amigo como si estuviera vivo, lo consuela, le insta, hasta que su mente también se rinde a la realidad. Lanza al mar el cuerpo de su amigo y se desmaya.
Comienza una nueva fase de su terrible naufragio, donde las aves y los peces se convierten en los protagonistas de una historia con la que comienza a tejer un diálogo continuo, que lo ayudaràn a soportar los próximos meses.
Su historia, también humana y psicológica, la dureza de su regreso y la lucha para luchar contra las calumnias, la increíble hazaña de sobrevivir durante 14 meses, fue todo reconstruido en modo apasionado por el periodista británico que quedó impresionado por la historia de la pescador y su voluntad inquebrantable de vivir. «Pasar tiempo con José – dijo Franklin – Ha sido una aventura y una lección que nunca olvidaré.»
EXCELENTE CRONICA, MUY BIEN NARRADA, AGRADESCO A TODOS LOS BARCOS REVISTA EL POSIBILITARME CONOCER LA HISTORIA. DESDE YA MUCHAS GRACIAS. MARISA