Se acaba un año.
Sí, es cierto, ha sido un año terrible pero, dado que podemos hacer muy poco respecto al pasado, intentemos analizar los últimos doce meses bajo una luz diferente y objetiva.
Está pasando un año que ha valido diez en términos de desarrollo y sensibilización.
Un año que ha obligado incluso a los más reticentes a pasar de la inmovilidad, de las rentas de cargo y que, obtorto colo, también ha llevado a empresas y personas a comprender que es en el cambio que el bienestar puede existir y que es en la inmovilidad que viceversa, su futuro está hipotecado.
Un año que ha ayudado incluso a los más escépticos a dar ese último paso hacia una cultura digital que, mientras tanto, ya los había abrumado, dejado atrás, vuelto inadecuados.
Una cultura digital que, sinónimo inigualable de libertad de expresión, trae consigo un régimen de libre competencia que se autorregula y que trae enormes beneficios, tanto a los consumidores que pueden controlar y comprar conscientemente, como a las empresas que ya no sufrirán un régimen de competencia desleal que pone al mismo nivel a quienes invierten y quienes improvisan.
Por supuesto, en otros sectores no fue necesario enfrentar una pandemia para entender que las inversiones publicitarias en los viejos medios, esos que la mayoría aún insiste en llamar tradicionales (papel y televisión), ahora son de poca o ninguna utilidad en este mercado global que todo abruma, induciendo ciclos de vida del producto que se cuentan en meses y ya no en décadas.
Los medios tradicionales de hoy son digitales, los otros simplemente ya no existen, sobreviven en una espiral negativa que, lentamente, con suerte los conducirá a una conversión tardía, a una carrera difícil y costosa.
Por otro lado, fue en 2015 cuando, desde el teatro del mar del Salón Náutico de Génova, se presentó una diapositiva que describía WEB 3.0 como la suma de las cuatro grandes líneas de desarrollo de la red: big data, inteligencia artificial, web semántica y sus aplicaciones geoespaciales. Un mundo nuevo, lleno de oportunidades.
Era 2015 pero ya llevábamos años trabajando en ello.
Quizás ahora sea más fácil entender cómo The International Yachting Media, a pesar de haber sido durante mucho tiempo la revista náutica más leída en el mundo, nunca deja de invertir y, cada año, lanza al mercado nuevos e innovadores productos digitales.
Lo hace porque simplemente no hay alternativa.
El avance hoy es muy rápido, predecir y anticipar el desarrollo es fundamental y, un año como el que acaba de terminar, lo demuestra más allá de toda duda razonable.
Y es por eso que mis mejores deseos de un retorno a la normalidad y el bienestar en 2021 solo pueden tener su origen en lo que, además de ser un mantra personal, es una cita que, nunca antes, se pudo entender del todo.
Era el año 2005 y esto es lo que Steve Jobs recomendó a los egresados de la Universidad de Stanford, el templo mundial de la innovación:
«Tu tiempo es limitado, así que no lo pierdas viviendo la vida de otra persona. No dejes que el ruido de las opiniones de los demás ahogue tu propia voz interior. Y lo más importante, tenga el coraje de seguir su corazón y su intuición … Mantenga el hambre. Sigue siendo tonto «.
Porque un año como el que acaba de pasar lo ha transformado todo y tratar de resistir el cambio es como intentar detener con las manos las olas del mar.