Capitàn Liz: 10 años sola en el Pacìfico, naturalmente en un barco a vela

De veraz interesante la historia de esta mujer, Liz Clark, 34 años , quien desde el año 2005, navega por el Pacífico con su barco de 40 pies. Es la historia de una vida normal , vivida de una manera y un contexto inusual, pero sin nada espectacular – no es la historia de alguien que ha renunciado a todo para partir , es la historia de quien decidió desde el principio que era mejor no tener nada a que renunciar … Y de cómo sobrevive.

Liz comenzó sin un plan, porque como ella dice «los planes son bastante inútil para navegar y hacer surf (su otra gran pasión , ed.) – En ambos casos sirven adaptabilidad para disfrutarlos al máximo. Aprendì que más flexible soy , más probabilidad hay de encontrar una buena ola para montar, o un buen ritmo de los vientos y el clima para los cruces. Obviamente, esta forma de pensar ha contagiado el resto de mis decisiones. Trato siempre de ser flexible en lugar de forzar las cosas.»

La decisión de partir parece haberla tomada desde niña, despuès de un viaje en barco con sus padres, pero Liz hizo las cosas con calma: aprendió a navegar a vela, se graduó  y luego partiò. El primer año y medio , dice, lo pasò navegando por la costa, desde California a México hasta Panamá: se había familiarizado lo suficiente en sí mismo como comandante, conociendo el barco , averiguar si las cosas iban en la dirección correcta. A continuación, le anunció a su familia que quería aventurarse en el Océano Pacífico a las Galápagos, Marquesas y màs: y luego rapidamente su mamà la alcanzò ( algunas cosas no cambian , independientemente de lo que decidamos hacer …) y se embarcó con ella hasta la Polinesia francés. Una vez sola, Liz explorò por un año los atolones hasta Kiribati fin que su barco no tuvo necesidad de un mantenimiento serio: el sistema estay del foque roto, una misteriosa falla, la necesidad de una buena revisión general .

Y luego, después de dos años de trabajo( pagado haciendo la camarera, ahorrando y buscando patrocinadores) volviò a partir: desde el 2011 ha recorrido otros 2.500 millas en el Pacífico . «Es la libertad de este estilo de vida que me mantiene aquí. Es algo que te vuelve adicto. En casa las reglas son demasiadas. Me encanta el hecho de no tener que enfilarme en un coche y luchar contra el tráfico. Como y me tomo la ducha bajo el cielo y las estrellas. El Pacífico , cálido y claro , nunca me aburre – Exploro islas remotas, hago surf donde no hay nadie, juego con las palmas de coco. Aparte de los trabajos en el barco , la falta de la familia y de vez en cuando las ganas desesperadas de comida, diría que es un sueño».

Y con el tiempo llegò también algunos planes: Liz escribe, colabora con las escuelas en proyectos de educación ambiental, documenta su viaje, con la esperanza de inspirar a otros a vivir sus pasiones, enfrentar sus miedos y descubrir los beneficios de una profunda conciencia de sí mismo. Se da cuenta que ha sido afortunada, sobre todo porque creciò en la creencia de que no hay «reglas de género» con respecto a lo que se puede y se quiere aprender a hacer. En el video publicado debajo claramente dice que su padre la animó desde una edad joven a aprender a hacer reparaciones, mantenimiento, a pescar, a no sentirse vinculada a estereotipos que no le pegaban. Navegando en solitario esta convinción sólo puede crecer y ser más profunda: la parte linda de estar solos (y quizás uno de las más difíciles de adactarse) es que no existen las opiniones y expectativas de los demás a condicionarnos – se aprende a confiar en tus propios instintos, a tomar decisiones, a crecer (y ciertamente no hay nadie que guiña o sonríe cuando ve a una mujer que maneja el bote …).

Liz nos da cuatro consejos valiosos, que suscribo plenamente y tal vez pueda ser útil incluso si sus sueños no es navegar por el Pacífico, pero se conformaría a llegar en Córcega (al menos por el momento). Son cosas de buen sentido que tal vez es posible que también lo oigan decir hasta en el bar. Pero entre decir y hacer …

Un paso a la vez – si Liz hubiera pensado en todo el viaje, desde el principio, como financiarlo, como llevarlo a cabo se hubiera rendido de frente a una empresa demasiado grande. Hacer las cosas un paso a la vez es decididamente una estrategia más eficaz.

Enfrentarnos a nuestros miedos – no significa no tener miedo! Significa hacer las cosas a pesar del miedo – detener la voz interior que siempre dice «no», y que sigue contando de tormentas, rayos y ciclones. Y luego, algunas veces es justo tener un poco de miedo.

Confíe en sus instintos – esto es algo que se aprende rapido navegando: casi siempre los  señales que algo va a ir mal estan, basta sólo saber leer …

Pedir ayuda – para arreglar las cosas, para entender las rutas, por lo que sea: no està escrito en ninguna parte que tenemos que hacer todo solos.

Sara Teghini

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