Ayer, 10 de abril de 2017, ha zarpado rumbo hacia su navegación final el ingeniero Carlo Riva. Ha despedido los muelles y los asuntos de este mundo a los 95 años de edad en su Sarnico, la ciudad en el Lago de Iseo que el ingeniero ha convertido en una de las capitales de la náutica mundial. Sereno, pero, como él mismo ha declarado recientemente: «con un poco de nostalgia en revivir el galope de mi hermosa vida de barquero».
Sus creaciones, desde los años 50 y a través del mito de La Dolce Vita, han representado el icono de una manera de navegar con elegancia y estilo, logrando mantenerse como una referencia aun cuando las construcciones de madera, las más irrefutablemente Riva, han dado paso a la fibra de vidrio y acero.
Alberto Galassi, Director General del Grupo Ferretti dijo: «Nos ha dejado el más grande de todos. El mundo ha perdido a un brillante creador de barcos, un maestro del estilo, un gigante de la historia industrial y empresarial de nuestra Italia. Yo, personalmente, pierdo un maestro, un ejemplo de ingenio, compromiso y amor por el trabajo». Y agregó: «Carlo Riva nos ha enseñado a todos nosotros lo que significan la visión, la creatividad y la pasión. Su inagotable e innovativa energía lo convierte en el indiscutible maestro de la náutica del siglo XX, un hombre cuyas creaciones extraordinaria ya pertenecen a la historia. Los barcos de Carlo Riva siempre serán los más bellos del mundo, una fuente de inspiración para todos nosotros que sentimos, la fuerte responsabilidad de preservar y llevar en el futuro la marca más importante en el mundo de la náutica».
Carlo Riva nació en Sarnico, una ciudad ubicada en Bérgamo, en el lago Iseo, el 24 de febrero de 1922. Se crió durante la época pionera de la motonáutica, desde una edad muy joven se sintió fascinado por os prototipos de carreras y decide entrar de inmediato en la empresa familiar, volviendo sobre las elecciones de sus antepasados, del bisabuelo Pietro, fundador del astillero en 1842, y luego del Abuelo Ernesto y su padre Serafino. En el año 1954 es justamente un joven Carlo de 32 años de edad, da vida al nuevo astillero creado sobre las últimas tecnologías, tanto para la infraestructura como para los métodos de trabajo. Su funcionamiento, incluso hoy en día, tiene la vínculo de la Superintendencia de los Bienes Artísticos y Arquitectónicos. Y aquí vino el cambio que se ha hecho de la marca Riva lo que es hoy. Hasta ese entonces, el barco de motor tenía dos usos: instrumento dirigido a la productividad, el transporte de personas y mercancías, es decir, la mitad de trabajo o, alternativamente, como una máquina voladora en el agua para los valientes navegantes de carreras.
Carlo Riva es capaz de dar a sus criaturas una nueva imagen y un nuevo contenido: juguetes de adultos, artículos de lujo y bienestar para disfrutar de la vida en el agua. Para lograr hacer el trabajo de la calidad de los materiales, de los acabados, la apariencia y la elegancia del conjunto, permitiendo que sea evidente el valor del objeto, tanto en la investigación como en el estudio de lo que unos años más tarde se convertiría en el diseño y el estilo Riva. Así es como nacen los modelos que luego se convirtieron en un símbolo de la náutica: desde el pequeño Scoiattolo al Corsaro, del Ariston, del cual Riva dijo: «Diseñado con amor, nacido fuerte y puro como un caballo de carreras. Inolvidable! Mi Señor del Mar» hasta el Tritón, el primer casco salido del astillero para ser propulsado por dos motores. Pasando también por el Sebino, el primer modelo de producción en serie, y para Florida, que en el nombre declaraba el amor, mutuo, para el estado americano y por el estilo de furor en aquel momento, hasta el modelo más emblemático, el Aquarama, con el nombre que se inspira en las pantallas del panorámicas americanas Cinerama. Hizo su debut en 1962, convirtiéndose en un clásico instantáneo y el símbolo acuático de la Dolce Vita.
Los ejemplares nacidos en Sarnico se convierten en el must-have, la herramienta imprescindible para aquellos que tienen la oportunidad de disfrutar de una lancha rápida. Los que hoy son llamados VIP’s y en aquellos tiempos fueron marcados con la más romántica fama: cabezas coronadas, capitanes de empresa, los deportivos no renuncian a ser vistos a bordo de su Riva. Entre los más entusiastas partidarios y clientes de la marca se encontraban estrellas de cine todos los orígenes. Sólo por nombrar algunos de las más simbólicas de la época: Sophia Loren, Brigitte Bardot, Liz Taylor y su marido en varias ocasiones, Richard Burton, el más conocido de los 007 de celuloide Sean Connery, Jean Paul Belmondo. Sin olvidar pilotos campeones como el Inglés Jackie Stewart. Estos son los años en los cuales la náutica sigue siendo un patrimonio exclusivo de una élite restringida, pero los números alcanzados por Riva y por el Aquarama en particular la convierten en la marca sinónimo de recreo para el mundo: 21 cascos lanzados solo el primer año. A finales de 1963 llega la versión Super, que toma nuevamente la planta del Tritón Abierto con el solarium encajado en la cubierta. Ejemplo de una longevidad sin precedentes, el Aquarama permanece en producción hasta finales del siglo XX. La última unidad, el #784, como se indican los cascos nacidos en Sarnico, se encuentra todo conservado en el museo del astillero.
A pesar del éxito de los barcos de madera, Carlo Riva no está satisfecho con la posición alcanzada y en 1969 se presenta también en el mundo de los barcos en fibra de vidrio con dos modelos: el day cruiser Bahia Mar 20′ y el cabinado Sport Fisherman 25, nacido en las líneas y contenidos de un modelo Bertam pero actualizado y evolucionado con el espíritu y el sabor inconfundible Riva.
Uno de las grandes capacidades del ingeniero de Sarnico ha sido su posición anticipada respecto al mercado. Para satisfacer las necesidades del armador decide que su astillero debe pensar en las necesidades de aquellos que lo eligen. De ese modo crean los Riva Boat Service, que además de las ventas funcionan también como centros de servicio.
Y después de haber condicionado la construcción naval, Carlo Riva decidió dedicarse a otra parte de la náutica de recreo: el sistema portuario. En 1972 se traslada a Rapallo adquiriendo el Porto Turistico Internacional que el 25 de julio, tres años después adquiere su nombre. Y su fama es tan amplia e indiscutible que en el 2005 Alberto II Ranieri celebra la relación amorosa entre los barcos Riva y el Principado de Mónaco, como símbolo de la costa azul, otorgando al ingeniero el título de Personnalité de la Mer.
Incluso después de la venta de la mercancía al grupo Ferretti, Riva siempre se ha mantenido unido a la marca, los presentes en el lanzamiento de Rivamare, el último modelo presentado por el astillero, recuerdan la presencia del ingeniero en la ceremonia de presentación. La redacción de Todoslosbarcos.es se al dolor de la familia, recordando su figura como columna fundamental de la gran tradición de la náutica italiana.
De parte de todos nosotros, buena navegación, ingeniero.
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