El trágico naufragio frente al puerto de Rimini el pasado 18 de abril, en el que cuatro personas murieron, de nuevo llama la atención sobre un tema que a menudo se pasa por alto, es decir, la responsabilidad del comandante. ¿Cuáles hayan sido los motivos de esta tragedia, y las eventuales responsabilidades, lo verificará la investigación.
Lo que es seguro es que el skipper, o mejor dicho, el comandante de una embarcaciòn, se asume una gran responsabilidad cada vez que suelta los amarres y conduce una tripulación en el mar, que sean familiares o amigos. Una responsabilidad moral, siempre muy a menudo civil y penal.
Este grado de conciencia, especialmente entre aquellos que no navegan por profesión, no siempre está presente. Si bien nadie tiene que sentirse escachado por el peso de esta responsabilidad, hasta el punto de arruinarnos las vacaciones en el barco y estresar a nuestros huèspedes, también es cierto que no se deben subestimar los efectos de nuestras decisiones.
Depende de nosotros, los titulares de la licencia nàutica y comandantes de embarcaciones tomar por ejemplo la decisión de salir o no en condiciones de mal tiempo. En sí misma, esta opción no implica ningún tipo de infracción. No es un hecho de adelantamiento donde hay una prohibición, con sanción sin importar que se haya causado un accidente o no. Decidimos que las condiciones meteorológicas, las del barco y la de la tripulación están en condiciones de salir al mar con una fuerza de 8, nadie nos puede «multar». Sin embargo, en caso de un accidente, nosotros debemos responder, incluso penalmente, por esta elección.
Establescamos en tanto que quien tiene la responsabilidad de la embarcaciòn, es decir, quien con un término mal definido viene llamado skipper y que para la ley es el comandante, no es el que está en el timón. Aparte que físicamente serìa imposible estar al timòn constantemente, hay una circular ministerial del 1992 que establece claramente que la conducciòn de una embarcaciòn «no consista en tomar el timón físicamente … sino en en el asumir la responsabilidad del comando y en la dirección de todas las operaciones necesarias para la navegación así puedan ser delegadas a terceros».
En sìntesis en caso de accidente, si bien en el timón haya un amigo o un familiar, a cargo de lo que suceda sigue siendo el comandante del barco. La ley es clara, y lo hace a través del artículo 2054 del Código Civil, que establece que «el conductor de un vehículo (por la ley también un barco lo es) sin guìa de raíles está obligado a compensar el daño causado a personas o cosas … a menos que pueda demostrar que hizo todo lo posible para evitar el daño«.
El código de navegación, en el artículo 414, establece que en un transporte de manera amigable, por lo que en el mayor los casos en los que navegamos con los amigos a bordo, la responsabilidad del comandante se aplica sólo en el caso se comporte de manera negligente o imprudente. En el 2013, sin embargo, una sentencia de la Sección Tercera de la Corte Suprema dictaminó que «Que no hay razón para asignar, en la navegación de recreo, al art. 2054 cod.civ. un dominio de aplicación distinto del que se reconoció en el tráfico rodado».
En pocas palabras, el comandante negligente en caso de daños, paga y lo mismo ocurre con la ley penal de frente a delitos como daños corporales u homicidio culposo.
La ley ofrece una gran variedad de ejemplos de condenas contra comandantes que fueron responsables de absoluciones irresponsables y a la inversa, incluso en los casos más graves, ya que se demostró cómo el accidente y tal vez incluso la muerte de un miembro de la tripulación, se debió a un hecho fortuito y donde el comandante había hecho todo lo posible para llevar a cabo la navegación segura.
Leyes y códigos a un lado, sigue siendo una cuestión moral. Como ya se ha mencionado, cuando salimos a navegar con otras personas, incluso durante un corto crucero, somos responsables no sólo por el bienestar de estas personas, sino sobre todo por su seguridad. Además de ser conscientes de nuestra preparación, tenemos que verificar cuidadosamente que todo estè en orden a bordo, que las asignaciones son eficientes y alcanzables, que los medios de rescate (chaquetas, balsa, anular, cinturones) sean accesibles y utilizables en poco tiempo, que las condiciones climáticas sean buenas y viables dependiendo de la ruta, como también el tipo de barco y personas que tenemos a bordo. Eduquemos a nuestros huèspedes sobre el uso de equipos y el radio sin miedo a alarmarlos o ponerlos nerviosos. Sólo explicar que se trata de un proceso, ni más ni menos como el que se sigue en el avión.
Tampoco debemos tener miedo a ser desagradable y decir no. Skipper mucho màs simpaticos de nosotros han permitido locuras que a menudo han terminado en accidentes, aunque algunas veces con resultados dramàticos.
Una vez que usted ha hecho todo lo necesario escrupulosamente y con seriedad, tenemos que dedicarnos a nuestra pasión y divertirnos al màximo con nuestros amigos.
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