Cuando el cabo se retuerce en la hélice, ¿qué hay que hacer? He aquí algunos consejos valiosos
En cuanto la hélice haya atrapado un cuerpo extraño, aparecerá un síntoma inconfundible: las revoluciones del motor bajarán repentinamente y éste tenderá a detenerse de inmediato. Los expertos aconsejan que lo primero que hay que hacer en estos casos es desmontar el engranaje y el acelerador lo antes posible para reducir la tensión en el eje de transmisión, ya que en el peor de los casos se podría romper la chaveta, y entonces estarás en problemas si no encuentras un mecánico con la pieza de repuesto.
Personalmente, recomiendo, basándome en mi propia experiencia, que si has tenido la previsión de adivinar cuál es el problema, pruebes, tras una parada inmediata, a invertir la marcha, sólo por un momento. A veces, sobre todo si se trata de bolsas de plástico o de cables grandes, esto puede funcionar y se saldrá del paso. En caso contrario, mantenga la calma, detenga la embarcación sin que sufra daños, atraque lo mejor que pueda en el muelle o eche el ancla si se encuentra en una zona adecuada para hacerlo y que esté convenientemente resguardada.
Es una buena idea tener siempre el equipo necesario a bordo para estas pequeñas inmersiones, y sería mejor tener un medio traje para las inmersiones al principio o al final de la temporada.
Cuando el agua no es especialmente cálida, en lugar del traje de neopreno se puede llevar un jersey ajustado, a ser posible de lana, que, aunque mucho menos, ayuda a formar una capa de agua menos fría alrededor del cuerpo. En estas condiciones, así como con mar gruesa, es preferible que el buceador esté asegurado a la cubierta con una línea de seguridad.
Si un cabo de a bordo se ha enganchado en la hélice, casi siempre es posible liberarse sin necesidad de sumergirse o cortarlo. En los casos más sencillos, basta con ejercer la tracción tras poner el motor en punto muerto. Si incluso de esta manera el cabo no se libera, será necesario acceder al motor para girar el eje de la hélice a mano, después de haber comprobado el sentido de giro en el que se ha enrollado el cabo. Con un poco de paciencia y vuelta tras vuelta, puede que consigas liberar la hélice, pero no olvides que al forzar demasiado el cabo que tiras desde la cubierta corres el riesgo de dañar el eje: si el cabo es duro y se resiste, el baño es inevitable.
Si la inmersión es la única solución posible para la hélice (y ni hablemos del ancla), los que han podido aprender a bucear asistiendo a un curso de «buceo« deben considerarse afortunados, ya que disponen del equipo adecuado incluso para mayores profundidades o para temperaturas no siempre veraniegas.
He de confesar que les envidio, sobre todo cuando veo a ancianos navegantes equipados con tanques, pesas y todo lo necesario para sumergirse y trabajar un rato.
Le pregunté a uno de ellos, que tenía mi edad y no era precisamente un principiante, si debía asistir también a un curso para obtener al menos mi primera licencia de buceo. Sin dudarlo, dijo: «El curso es ciertamente más barato que un nuevo ancla«.
Y para la hélice, a poco más de un metro de la superficie, ¿merece la pena hacer un curso de buceo? Aplazamos la decisión hasta que la Universidad de la Tercera Edad organice cursos de buceo.
Buen viento.
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