Esta mañana llegaron al puerto de Talcahuano, en Chile, los 14 miembros de la expediciòn llamada Kon-Tiki II: el intento es el de hacer la ruta desde Perú a Isla de Pascua ( con regreso) a bordo de balsas de madera hechas con la “tecnología » de epoca precolombina de los nativos americanos.
Las dos balsas partieron de Chile en noviembre y han completado la mitad de la expedición con éxito alcanzado la Isla de Pascua en 43 días. Pero el retorno no fue tan fortunado, y después de la salida para el regreso a Chile el 6 de enero las balsas encontraron condiciones de viento y mar tan malas al punto tal que obligaron al comandante a pedir ayuda y abandonar la empresa. Las tripulaciones fueron rescatadas por primera vez de un buque de carga de Corea del Sur y luego fueron recojidos a cerca 1.000 millas de la tierra por medio del Servicio de Guardacostas de Chile, a bordo del cual han llegado ahora a la tierra firme. Amargados por no haber completado la expediciòn, felices de estar sanos y salvos, convencidos de que fue culpa de las condiciones climáticas inusuales debido a El Niño si no pudieron volver en América del Sur a bordo de la balsa.
Pero ¿por qué cruzar el Pacífico en una balsa? La motivación es tan científica como aventurera. Muchos conocen la historia del primero que lo intentó, el noruego Thor Heyerdahl a bordo del Kon Tiki en 1947: como historiador y antropólogo, Heyerdahl quería demostrar que las islas de la Polinesia podrían haber sido colonizadas no sólo por las poblaciones Asiaticas, sino también por las de suramèrica. Por esta razón, estudió las técnicas marineras de los pueblos precolombinos de Perú y los utilizó para construir un barco debìa probar que era posible cruzar el Pacífico desde Perú a las Tuamotu. La expedición tuvo éxito: el Kon Tiki alcanzó Raroia en 101 días, y aunque si se destruyó chocando contra el arrecife, había demostrado que el viaje era posible.
Torgeir Higraff en el 2006, encargado de la expedición que apenas acabò terminando con el rescate, decidió intentarlo otra vez, batiendo el récord de Heyerdahl de 30 días bordo de la balsa Tangaroa, construida con las mismas tecnologías y los mismos métodos de Kon Tiki. Esta última expedición fue aún más lejos, tratando de demostrar que no sólo para las poblaciones del sur de América era posible llegar a Polinesia, sino también regresar. La prueba no fue totalmente satisfactoria, ya que las dos balsas de expediciòn de Kon Tiki II fueron salvadas a 1.000 millas de la costa, pero Higraff declarò igualmente su satisfacciòn, dado que una de las principales motivaciones del viaje esta vez era científica, y los datos recojidos en el océano abierto fueron muchisimos e interesantes precisamente en un año en el que el Niño fue particularmente potente.
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