Hemos visto cómo preparar el barco y la tripulación para navegar con mal tiempo. A este punto, vemos algunas reglas generales para lidiar con el mar en condiciones difíciles, pero que nos permiten seguir nuestra ruta y por lo tanto, mantener nuestro ritmo. En cualquier caso, la condición esencial es que la superficie de la vela expuesta al viento se haya reducido adecuadamente, tomando por tiempo las manos de arrizamientos necesarios, reduciendo la vela de proa, haciendo rodar el foque o reemplazándolo con uno pequeño o un trinquete ajustando la posición de los carros del foque y de la vela mayor.
Si nuestra ruta impone un àngulo de navegaciòn a bolina, de hecho la más dura para el barco y la tripulación, y las condiciones nos permiten mantenerla, la situación deseable es que el viento y el mar provengan de la misma dirección. De esta forma, podemos mantener más fácilmente el ángulo del viento frente a las olas en el mascón, en un ángulo de aproximadamente 45 grados.
La ola debe enfrentarse preferiblemente orzando un poco cuando se sube por la cresta, para luego apoyar al descender en el punto más bajo de la ola. Esta maniobra nos permite contrarrestar el empuje que el mar ejerce sobre la proa tratando de desplazar el barco hacia las olas, y al mismo tiempo nos permite ganar esos grados orzando que necesariamente perderemos arribando para evitar que el casco caiga en el punto más bajo de la ola.
Las cosas son un poco más complicadas si la direcciòn del viento y el mar no coinciden. En este caso, sin embargo, uno debe tratar de lidiar con la ola como se describió anteriormente. Si esto significa estar un poco más inclinado que la bolina que podríamos mantener, nada mal. Por el contrario, en condiciones difíciles, siempre es mejor mantener algunos grados por encima del arribo, en lugar de estresar al barco y a la tripulación, tratando de mantener a como sea la bolina màs estrecha.
Si nuestra ruta requiere que vayamos con un àngulo de navegaciòn al travès, la primera evaluación de realizar, contando que el estado del mar permita mantener la andadura, y que valga la pena. En comparación con la bolina, es un ritmo mucho menos difícil, pero el movimiento es evidentemente muy acentuado. Podemos reducirlo, en presencia de las olas más altas, arribando para llevar el mar a balaustrada de popa, para luego orzar nuevamente después del paso de la cresta. Por otro lado, si la ola entrante es muy pronunciada o rompible, es mejor orzar en la cresta y luego arribar nuevamente en el punto más bajo de la ola.
La navegaciòn que con el viento y el mar en la popa es una marcha difícil que puede poner en dificultades incluso a los timoneles experimentados. La primera precaución que se debe tomar es evitar siempre la popa llena, con una holgura o, como máximo, una gran holgura, por lo tanto viento y mar en la balaustrada de popa.
Pero aun así, el balance al que está sometido el barco es muy fuerte, y los riesgos de terminar en extraorza o en sotavento se elevan con un mar agitado de popa. Las extraorzas se activan principalmente debido a enrollados violentos en sotavento, mientras que en sotavento extremo, o cambios repentinos de la vela mayor, por el contrario, ocurren en presencia de fuertes y bruscos enrrollado en barlovento. El timonel no puede evitar tratar de contrarrestar la pérdida de control yendo rápidamente en arriba en caso de extraorza, o viceversa . Si se está bajo el spinnaker (pero si huimos de la tormenta se espera que nadie tenga en mente dar spi) es necesario girar el brazo inmediatamente, para descargar la vela de proa que de otra forma mantendría el barco en posición vertical.
La condición más frecuente, y en muchos casos más apropiada, es en la que se arrìa la vela mayor, y se continúa con mar y viento en balaustrada de popa y con un pequeño foque o, en caso de fuerte tormenta, con el tormentìn. La ausencia de la vela mayor minimiza el riesgo de una tensión, incluso si no se evita por completo.
En esta marcha, el piloto debe tener la experiencia necesaria para sentir la llegada de la ola, que està por alcanzarlo en balaustrada de popa impartiendo un empuje a la orza del barco, anticipando con el timón esta tendencia, corrigiendo de unos pocos grados a sotavento, para luego regresar en barlovento cuando la ola ha pasado por debajo del casco.
En este àngulo de navegaciòn, tenemos otro enemigo a bordo: el viento aparente que es inferior al real. El riesgo de una percepción errónea de las condiciones reales es doble. Por un lado se puede retrasar la maniobra de reducción de las velas, proprio porque no se captan en tiempo real las sensaciones que se sienten en contra del viento, por otra parte se debe tener cuidado de no navegar bajo invelati, especialmente con barcos con líneas de flotaciòn muy clásicas con popas poco portantes.
En los tres casos, nos encontramos en malas condiciones climáticas pero con la capacidad de hacer un recorrido manteniendo un ritmo. En los próximos días, finalmente veremos qué podemos hacer si las cosas empeoran tanto de vernos obligados a huir del mal tiempo.
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