¿Qué dicen las predicciones? Será agradable, pero con algunas nubes. ¿Què previciones has visto? Si son las de la autoridad local, osea las nuestras, entonces estamos seguros, las otras casi nunca las adivinan.
Este es el comùn ritual del viernes o del sábado por la mañana después de un preludio a la salida tradicional del domingo: una fila de barcos a lo largo de los canales y que van finalmente en aguas abiertas y en la mañana alrededor de las diez, con una réplica fiel a la inversa, a las seis de la tarde el guión no cambia. Y como cada trabajador aunque para este domingo hemos hecho nuestras ocho horas de mar.
Las aguas, durante los dos tránsitos, se agitan y las olas producidas por los motores, las motonetas y las lanchas atraviesan la corriente de marea que entra o sale de la laguna, poniendo a veces en dificultades a los buques más pequeños.
Es la celebración del verano y nuestros marineros, si no poetas y santos, navegan el mar estrictamente desde mediados de junio hasta finales de agosto y se abstienen con precaución no solo de todo el invierno, sino de primavera y otoño.
Y es aquí que el impaciente armador de una embarcaciòn de dos pisos anticipa el momento por querer navegar y, devorando hectolitros de combustible, levanta la proa, independientemente de las dificultades es las que ha metido el pequeño sloop, todavía seca de velas, siente que su «girmi» se engancha en popa para sacar el aire de la superficie del mar.
¿Dónde han estado los temidos guardianes que todos temían? Sus cascos azules y grises nos asustan cuando apelamos a nuestra confusa memoria y revisamos la interminable lista de aquello que en los últimos decretos han establecido que debemos tener a bordo. Ciertamente nos faltarà algo y, incluso si no fuera así, lo que puede ser interpretado por uno será aplicado de manera diferente por el otro.
Sin embargo, levantar una ola de dos metros en vano adelante de un bote de solo cuatro metros no es un crimen, aunque si para mí es ciertamente un sacrilegio.
Esta arrogancia ostentosa también puede ocurrir a muchas millas de la costa, cuando inexorablemente los pilotos automáticos, que pueden trazar la ruta perfecta de un viaje de un puerto a otro, prevalece sobre los armadores incapaces que disfrutan de tocar la vela pequeña que lucha con las » rebabas perdidas «mientras ella es capaz de conducir solo con la propulsión del viento.
¿Quién puede contradecirme si digo que la vela es pasión y el motor es ostentación?
Es aquí dònde surgen de estos encuentros las raíces profundas que alimentan la intolerancia de los marineros hacia los navegantes, aunque si devo honestamente confesar que he visto unos pocos episodios, raros de hecho, la intachable etiqueta náutica, aunque lejos de la costa, el cuidadoso piloto interrumpe el deslizamiento y respeta, pasando estrictamente a popa, la frágil ruta de un marinero.
Por el contrario, sin embargo, no dejé de ver cortado el campo de una regata cuando el viento apenas tocava los cinco nudos y, aún hoy, no me avergüenzo de haber demostrado mi amplio conocimiento de tantas malas palabras y la capacidad de poder asì encadenarlos rápidamente.
Desafortunadamente, nuestros hábitos náuticos son tan limitados en el tiempo que perdemos la mayor parte del año en el puesto de amarre, si no incluso e la cuna, y esperamos el verano para salir juntos en masa. Recuerdo que Piero Ottone nos dijo que los pueblos nórdicos se regocijarían en nuestros inviernos con el fin de emprender una navegación mucho más fácil de la que normalmente enfrentan en cualquier clima.
El barco navega muy bien bajo la lluvia e incluso en la niebla si la persona que lo conduce es capaz de hacer frente a estas circunstancias y tiene el equipo y el conocimiento adecuados para tales situaciones.
Y sin embargo, casi todos nosotros (sinceramente, yo también), hemos elegido, entre las mejores marcas de importación, las mejores chaquetas adecuadas para la navegación en alta mar, hemos comprado libros y manuales que nos enseñan a navegar con mal tiempo , por la noche y en todas las circunstancias, incluso la más desafortunada.
Nuestras botas de goma están calibradas para las peores tormentas, los sombreros y las gorras de lana repelente al agua que compramos en la boutique del muelle también nos preservarán del hielo ártico. Pero en invierno … vamos a esquiar o a ver la partida, hasta que el próximo gran verano vuelva a estallar y luego todos salgamos … en una procesión. Buen viento