Al timón con mal tiempo, qué hacer para evitar meterse en problemas

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Al timón con mal tiempo: concentración, prudencia y nada de pánico.

Los recientes cambios climáticos han incrementado el número de fenómenos meteorológicos intensos que, muy a menudo imprevistos, pueden poner en dificultades a las tripulaciones menos expertas y generar un factor de riesgo.

Pero, ¿qué significa el término «mal tiempo en el mar»? Este término no se refiere a la falta de sol, la presencia de lluvia o una navegación incómoda por la presencia de mar agitada. Cuando usamos esta palabra normalmente nos referimos a una suma de condiciones de viento y mar que nos ponen en dificultad.

Uso esta definición a propósito porque, aunque el término técnico de tempestad se refiere a una velocidad del viento de 34 nudos o más, las condiciones en las que una persona comienza a sentirse en dificultades son totalmente personales, Varían en función de la percepción del peligro y de la experiencia.

Al timón con mal tiempo? Mejor no estar

Espero que no haya dudas de que la mejor manera de hacer frente a las inclemencias del tiempo es «no estar allí» cuando el fenómeno está en pleno apogeo. Con las herramientas modernas de previsión meteorológica es posible prevenir el problema y navegar hacia otras zonas donde el fenómeno será de menor magnitud.

Pero cuidado, por más que las previsiones meteorológicas marinas puedan ser fiables, son siempre y solo predicciones, de lo contrario se llamarían certezas. Por eso cuando las observamos y decidimos movernos para evitar el mal tiempo, lo que debemos evitar es tomar al pie de la letra lo que vemos, tanto en términos de precisión geográfica del evento, que en relación con la hora presunta de su ocurrencia.

En la práctica para evitar el mal tiempo tenemos que movernos con mucha antelación y muchas millas más de lo que muestra la tarjeta. Si por ejemplo el tiempo nos indica que al día siguiente a las 10 de la mañana se producirá una tormenta en la zona X, será preferible desplazarse la tarde anterior, un buen número de millas, no 5 o 10 pero 30, 40 o más, hacia una zona más tranquila.

Al timón con mal tiempo, la navegación

Para quien está navegando y quizás esté afrontando una travesía, de 50, 100 o 500 millas, y no puede escapar al fenómeno en curso, las cosas están en cambio de manera muy diferente y debemos saber cómo gestionar mejor el mal tiempo al timón.

Qué hacer, por ejemplo, al timón con mal tiempo, frente a una tormenta?

Escapar, es decir, ponerse viento y mar en el jardín, es a menudo la mejor solución, si es factible, o sea, si tenemos aguas abiertas. En el caso de que tengamos que alejarnos de una costa peligrosa sin refugio ni posibilidad de refugio, tendremos que tratar de remontar el viento y el mar.

Escapar del mal tiempo

Analizamos el caso en que se debe (y se puede) escapar de la tormenta. Frente a las muchas ventajas que esta elección implica, menos estrés para el barco y la tripulación, poco desbandamiento, mar a favor y no en contra, hay la desventaja de una mayor inestabilidad, dada sobre todo por el movimiento de las olas.

Las olas que llegan al jardín dan una presión que empuja el bote a la horca. Esta propensión a ir hacia el viento será mayor con barcos de popa estrecha. Si estamos al timón de un barco de este tipo, nuestro trabajo será realmente duro y tendremos que recurrir a toda nuestra experiencia y sensibilidad.

Un barco de líneas muy clásicas, con los lanzamientos y la popa a cerrar, una vez que sale a la horca a las andaduras portantes con mar formado, es muy difícil de retomar. Al timón con mal tiempo es necesario, por tanto, jugar a la delantera y tener esa sensibilidad que permite prevenir un empuje que, si no se contrarresta, puede atravesar fácilmente el barco en el viento y el mar.

Con los barcos más modernos, caracterizados por una popa más ancha y más portante, el trabajo del timonero es el mismo pero ciertamente menos pesado, así como la posibilidad de volver a poner en rumbo el barco cuando los maremotos intentan atravesarlo.

La sensibilidad de quien gobierna es en todos los casos fundamental. Anticipar el empuje de la horca significa trabajar con antelación con el timón llevándolo al podio gradualmente en el momento en que se intuye la llegada de la ola. Cuando se empieza a bajar por el cable hay que devolver la barra a la horca, se realiza así un continuo trabajo de polea y horca, que permite mantener la embarcación en seguridad, en rumbo y marcha constantes.

Al timón con mal tiempo-mar de popa

La velocidad

Otro elemento muy importante en el timón con mal tiempo es la velocidad.

Si somos demasiado rápidos y las olas son cortas además de empinadas, el riesgo es el de meter la proa en la ola que acaba de pasar por debajo. Si, por el contrario, eres demasiado lento, el agua que corre con la ola es más rápida que la barca y el flujo en la pala del timón se invierte, es decir, el agua ya no lo inunda de proa hacia popa sino al contrario, anulando así su eficacia, con problemas graves y evidentes para el mantenimiento de la dirección. En estas condiciones, apenas descendidos de la cresta de la ola y terminados en su cable con poca velocidad, exponemos además el sumidero a la posibilidad que algún impacto rompa dentro de él.

Es inútil dar la vuelta: en estas condiciones el elemento esencial para una conducción segura es la experiencia del patrón que no solo debe saber manejar con sensibilidad y anticipación el barco sobre las olas, Pero también debe ser capaz de elegir la superficie de la vela que mostrar al viento. Una solución para evitar el riesgo de aflicciones es bajar la vela mayor y navegar solo con una vela en proa reduciendo así la tendencia a la urza.

Al timón con mal tiemporolex-race

Subir el viento

Cuando estamos al timón con mal tiempo, remontar el viento no solo es muy duro, sino que a veces no es posible. Por eso es de vital importancia cuando se aborda una navegación, aunque solo sea de unas pocas decenas de millas, especialmente en el invierno, planificarla bien, teniendo en la mano una buena previsión meteorológica y pensando en una estrategia alternativa a nuestros programas.

Pero si estamos obligados a hacer bulinar debemos ser conscientes de que vamos a enfrentar las condiciones más duras, tanto para el barco como para la tripulación, por lo que tendremos que ser prudentes, conservadores y sobre todo cuidar el equilibrio de nuestro velero.

Tener una postura correcta en términos de superficie de navegación y velocidad es determinante. Aquí la comunicación que se instaura entre el barco y su comandante es fundamental. Y’ el barco nos dice lo que sucede. Si vemos que para mantener el ritmo debemos mantener siempre el timón en la plataforma, quiere decir que tenemos que soltar, reducir la randa o incluso bajarla. Si estamos muy desbandados, quizás en presencia de un cabeceo demasiado acentuado, tendremos que reducir también el encorvamiento, proceso que seguiremos haciendo durante toda la navegación, buscando constantemente el equilibrio perfecto para las condiciones que estamos afrontando.

En cuanto a la posibilidad de bajar la randa y proceder con solo el copo también de botavara.

No es un crimen de lesa majestad, especialmente si navegamos con viento en popa. Experimentado varias veces, especialmente con olas cortas, no demasiado altas y viento tenso, resultó ser un buen ajuste para reducir la fatiga del equipo y del timonel pero, claro, se paga con un poco de agarre extra.

En estas condiciones, incluso antes de entender cómo «trabajar» las olas, debemos saber cuánto podemos apretarlas. También en este caso es el barco que nos dice, y la posibilidad de que debamos descansar un poco más de lo que el viento nos permitiría, siempre está al acecho. Una vez que hayamos establecido nuestro ritmo, al timón con mal tiempo, tendremos que centrarnos en la conducción del velero. Con mar formado y olas largas, tendremos que orzar subiendo sobre la ola y posar bajando por la cresta, de este modo evitaremos tanto que el casco caiga en el cable, como que el barco se ralentice demasiado.

Pero sea cual sea la marcha, ya sea obligatoria o elegida, quien esté al timón con mal tiempo, una vez puesto el barco en regla, debe afrontar el trabajo más duro, y no solo físicamente. La concentración debe ser máxima para evitar errores. Por lo tanto, si el timonel es también el patrón, debe estar seguro de que el resto de la tripulación, esté o no en maniobras, respete las pocas reglas básicas para la seguridad: chaquetas puestas y cinturones armados y enganchados a la life line.

Al timón con mal tiempo-de-bolina

Luca D'Ambrosio

Editor-in-Chief and Journalist. With more than 30 years spent in the publishing industry and 20 sailing and racing with his boats Luca have a very deep working nautical knowledge.

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