Es muy común ver barcos con el bote neumático en remolque. Esta es sin duda una comodidad, especialmente si se hace uso frecuente del mismo, y no tenemos que renunciar a ello si tomamos en cuenta ciertas condiciones.
La primera es que el tiempo sea favorable y no hayan tormentas eléctricas aproximándose; encontrar el semirígido lleno agua y a menudo afectado por las ráfagas de viento complica la vida de un equipo que tiene que hacer frente a otras situaciones de emergencia.
La segunda es que sea remolcado por tramos cortos y ciertamente sin el motor conectado a su popa. En los largos viajes la posibilidad de que el mal tiempo llegue son mayores y el motor unido a la superficie del bote neumático corre muchos más riesgos que no estar bien anclado en la popa del barco.
Por último, está el tema del cabo que utilizamos para el remolque y su longitud.
En muchos casos se ven semirígidos remolcados con un solo cabo fijado cáncamo central. De esta manera la unidad siempre se ejerce solo en un punto y el bote neumático navega haciendo excursiones de muchos grados desde la derecha y a la izquierda. Además confiar en que se sostenga de un solo punto de fijación es muy arriesgado: el mar está lleno de semirígididos perdidos por navegantes con poca precaución.
La solución más correcta es distribuir el esfuerzo de tracción en los tres puntos previstos en el bote neumático: el central y los dos laterales próximos a los tubulares.
Para ello se debe preparar un cabo bastante largo con el fin de graduar la distancia de la embarcación neumática y del barco una vez en remolque y una mucho más corta que vamos a doblar en dos partes iguales. En el centro vamos a pasar el cabo largo con el que vamos a realizar los cuellos en modo de asegurarlos entre ellos.
De esta manera tendremos el cabo largo, que se destinará a la argolla de elevación central del semirígido que divide en dos el más corto del cual fijaremos los dos anillos laterales.
Ahora para fijar las tres partes del cabo al bote neumático se vincula la primera, la del medio y el más largo, al cáncamo central con un as de guía, se mantiene tenso, y se fijan los otros dos con dos ases de guía a los cáncamos laterales gasse ajustándolos en modo de lograr la misma tensión que en el primero. De esta manera, una vez que se encuentre en remolque, el semirígido sufrirá la tracción distribuida en tres puntos y el ángulo de deslizamiento lateral hacia la derecha y hacia la izquierda será muy pequeño.
Finalmente, está la cuestión de la duración. Según algunos, el bote neumático sería incluso remolcado con la proa levantada sobre la cubierta de popa de la embarcación con el fin de ofrecer menos resistencia y correr menos riesgo en el agua. Nuestra objeción es que en ese punto, entonces es mucho mejor levantarlo en la cubierta y atarlo bien.
Si decide que existen las condiciones para un remolque, sólo tiene que ajustar la longitud del cabo de modo que el casco del semirígido se mantenga en la onda creada por nuestro barco. Lo mismo se aplica si hay una popa con onda moderada.
Con un mar ajitado es oportuno renunciar al remolque y fijar bien el bote en la cubierta.
En lá Náutica hoy, ni hay cuerdas ni se atan¡¡
Solo hay cabos y se amarra.
Hace unos años las únicas cuerdas que había eran las de los relojes, cronómetro, bitácora etc…. hoy, salvo para algún Armador nostálgico,los relojes ya no funcionan con cuerda. ..
Por otra parte las embarcaciones auxiliares incluyendo las neumáticas, no es recomendable llevarlas remolcadas, salvo en travesías cortas y con total garantía de buen tiempo.
Saludos
Gracias por sus consejos..los errores ya han sido sistemados