Catana 53 : 110 millas para una prueba en mar
Después de haber visto con mis propios ojos y haber tocado con mis manos los cascos en construcción, no lo dudé y me autoinvitè a bordo del Catana 53 para la transferencia, que después del Salón Náutico de Cannes, lo habrìa llevado a ser exhibido en el Salón Náutico de Génova.
En Canet en Roussillon, es decir, en el astillero donde fabrican los Catana, en infusión de carbono, y el Bali, hecho de fibra de vidrio, tuve el placer de ver cómo se construyen estos catamaranes. Las laminaciones sofisticadas se llevan a cabo bajo vacío para ambas marcas, esto implica una considerable reducción de peso, a la que el catamaràn es muy sensible. Después de ver todo el proceso de construcción, me expliqué las performances del Catana 53 durante la «travesìa» que creo merece ser contada ahora .
A bordo se encontraba el skipper del astillero, el mítico Wilfrid, que perseguía un único objetivo establecido por su igualmente legendario, propietario Olivier Poncin, «el cliente peruano que estará contigo debe ordenar un catamarán exactamente identico a este.»
Un orden preciso que caracterizó y transformó la transferencia en una «travesìa». De hecho, casi inmediatamente me di cuenta de que, en lugar de unirse a la flota de Adria Ship, el importador italiano de Catana, Bali y Elan, Wilfrid había planeado una ruta diseñada a la perfecciòn para el aspirante a comprador.
Mientras que el Elan GT 5, es decir, el monocasco de 12 metros había decidido navegar cerca de la costa y, descubrimos más tarde, que se había ganado una discreta lluvia, los Bali 4.3, 4.5 y 4.1 que habían decidido seguir una ruta ligeramente mar adentro les pasò lo peor encontrandose con una auténtica tormenta.
Cuando el Catana 53 había dejado sus amarres en Cannes, Wilfrid había decidido hacer una frontera única hacia el este hasta 86 °, como para llegar a Livorno, pero llegó el través de Córcega y luego hizo una vuelta para ir directamente al norte de Génova .
Creo que fue una estrategia comercial inteligente: buscar más viento, cruzar el santuario de cetáceos y demostrar que Catana 53 llegaría no mucho después de que todas las demás tripulaciones que navegaban más cerca de la costa redujeran la distancia de muchas millas. Y así fue, porque uno de los otros tres catamaranes tuvo que refugiarse en Imperia para salvarse de la tormenta en la que la visibilidad no excedía unos pocos metros en la proa.
Junto a mí, dos vendedores de Adria Ship subieron a bordo y se turnaron al timón para probar el rendimiento de este catamaràn. Las precipitaciones que se extendieron por toda la zona, pero especialmente hacia la terra, acababan de tocar nuestra ruta y durante toda la navegación pudimos disfrutar de vientos favorables que durante un largo tramo me hicieron descubrir las increíbles habilidades «a bolina» de este Catana .
Ya había escuchado que calando la deriva a sotavento el ángulo se reducìa, pero no pensé que esto podría ir asì tan bajo los 40 grados, oscilando en esa noche cerca de los 37 e incluso 36 grados.
Pero quizás el top lo alcanzamos cuando el viento, que pasaba por el través, luego se extendió a viento largo tanto así que, después de heberme relajado un poco , había oído Wilfrid gritar «nineteen» y como si me lo esperara agarrè rápidamente el celular logrando después de unos minutos, documentar un deslizamiento a 17.4 nudos con un viento real de 11.5. Desafortunadamente, había perdido el exploit de los 19 nudos, pero tengo en cuenta los más de 17 que no son ciertamente la velocidad concentida a todos los medios eólicos que cuentan con la máxima comodidad a bordo.
Me vino de inmediato a la mente cuando en un monocasco se llega casi a los 10 nudos, un poco se arriesga y hace la ola, mientras que en las máquinas de guerra como los trimaranes océanicos que al minimo hacen 20 y hasta 40 nudos corres siempre un riesgo y ni siquiera puedes permitirte hacer pipi; en cambio, después de esta reflexiòn, descaradamente, llené otra copa de Prosecco y observé cuán perfectamente estable era el vaso sobre la mesa a esa velocidad.
Debe haber sido por los delfines que saltaban acompañandonos y por el Prosecco que nos ayudaba a disfrutar de los aperitivos, no recuerdo otras travesìas tan alegres, tan emocionantes y al mismo tiempo tan relajantes, gracias a la cual el piloto automático, a toda vela y con los maravillosos deslizamientos, trabaò incansablemente durante todo el viaje.
Con la previsión de reservar más espacio al peruano con alta probabilidad de compra, nos alternamos todos «para hacer la guardia» del timón y dialogar con el skipper descubrì muchos otros pequeños secretos de esta maravillosa embarcaciòn.
Era obvio que, un peso de sólo 14 toneladas y con esa gran área de vela, capaz de extenderse desde 165 m hasta más de 200 a favor del viento, Catana 53 volaría a más de 17 nudos, haciendonos olvidar que estábamos navegando con todas las comodidades que se pueden solicitar e insertar en este catamarán, similar a una villa de 140 m2.
Como si esto no fuera suficiente se señaló que las derivas, largas mucho más de tres metros tenían el perfil un poco aerodinámico, casi similar a la lámina de los monstruos de carreras, por lo que durante un àngulo de navegaciòn portante, si venìan caladas ambas, se habría producido un ligero pero significativo efecto «foling», el Catana 53 por lo tanto, habría reducido la superficie húmeda de los cascos.
Supe que el modelo al que estabamos haciendo la transferencia ya había sido vendido a un armador que, al haber escogido la versión con tres camarotes, había personalizado el comedor – que en un catamarán viene llamado acertadamente salòn – con ocho refrigeradores, revelandome o una gran «sed «y una gran» hambre «o el programa de navegaciones muy largas sin tocar tierra firme con tanta frecuencia.
Debo confesar un secreto: Wilfrid el skipper fue el que durmiò más entre todos nosotros que nos alternamos los turnos de guardia y en el timón, pero cuando entramos en la Marina de la Feria de Gènova, sin ninguna duda, lo despertamos y le confiamos la «responsabilidad» de atraque.
Estábamos llevando los encerados y suéteres mientras que él, Breton puro, estaba en pantalones cortos, camiseta y siempre descalzo, saltó fuera, se frotó los ojos y tomó el timón, alternando los dos motores hizo la maniobra tan rápido y tan bien al punto de poder regresar a su camarote sin realmente interrumpir el sueño: una maniobra, por lo tanto, «de ensueño».
Especificaciones técnicas del Catana 53
Overall lenght | 53′ | 16,18 m |
Beam | 28′ 38» | 8,65 m |
Draft boards up | 4′ 7» | 1,43 m |
Draft boards down | 11′ 81» | 3,6 m |
Light displacement | 14 t | 14 t |
Main sail area | 1076 sq ft | 100 m² |
Up wind sail area | 1776 sq ft | 165 m² |
Down wind sail area | 2228 sq ft | 207 m² |
Engines power | 2 x 75 hp | 2 x 75 cv |
Fresh water capacity | 211 us gal | 800 l |
Fuel capacity | 211 us gal | 800 l |
Refregerator capacity | 52,2 us gal | 160 l |