El icónico y único ejemplar en el mundo del Riva Aquarama Lamborghini fue expuesto en el astillero Bellini Nautica, situado en el lago Iseo, el 12 de mayo. El astillero siempre se ha especializado en la restauración de embarcaciones Riva de época, así como en la venta de yates, y después de la exposición la lancha volvió a echarse al agua después de muchos años durante una prueba en el puerto de Clusane. La presencia de socios como Franciacorta y Matusalem, que aportaron vinos finos y buen ron respectivamente, hizo que el evento fuera aún más exclusivo.
La historia del Riva Aquarama Lamborghini es larga y compleja. Nació en 1967 cuando Ferruccio Lamborghini, fundador del fabricante de automóviles homónimo, encargó al ingeniero Carlo Riva la construcción de un Aquarama personalizado con dos motores Lamborghini V12 de 350 CV, en lugar del V8 normal.
Esta elección lo convirtió en el más rápido de todos los ejemplares del mismo modelo jamás construidos, permitiéndole alcanzar una velocidad máxima de 48 nudos, ocho nudos más rápido que el modelo de producción. Los trabajadores del astillero trabajaron durante tres meses, consiguiendo botar el modelo en agosto de ese año.
Después de veinte años, el fundador de Lamborghini lo vendió a su amigo Angelo Merli, quien, sin embargo, decidió volver a montar los motores de serie para reducir los costes de mantenimiento, mientras que los motores V12 se trasladaron al museo Lamborghini. En 1993 murió Merli, pero sus herederos no prestaron atención al Aquarama Lamborghini y durante un tiempo no se supo nada más de él, casi como si hubiera desaparecido. En 2010 fue encontrado por un coleccionista bajo una lona en un astillero, que lo hizo trasladar a los Países Bajos tras su compra. El nuevo propietario encontró en el interior del barco la factura de venta original firmada por Ferruccio y decidió restaurarlo por completo.
La tarea más difícil fue encontrar los motores V12 de Lamborghini, ya que los originales no estaban a la venta. Sin embargo, el museo se mostró especialmente cooperativo y permitió que se fotografiaran, midieran y duplicaran algunas partes de los motores originales, y se compraron y convirtieron dos nuevos V12, que replicaban los originales de los años sesenta. Una vez terminada la restauración, el Aquarama fue probado personalmente por Carlo Riva en el lago Iseo y ahora es propiedad de un armador italiano.