Es el momento de la partida. Un viento fresco promete regalarnos un hermoso viaje. Pero … el mismo viento que puede impulsar nuestra aventura y dar presión a nuestras velas, a las amarras crea una seria contradicción. ¿Qué hacer en este caso?
La primera solución puede parecer banal pero es la base de una elección hecha con seguridad : si no nos sentimos capaces de aflojar las amarras, nadie nos obliga , y menos sin ayuda especializada.
Si por el contrario pensamos que existen los márgenes de seguridad para soltar las amarras , incluso en una situación un poco más complicada de lo habitual, podemos recurrir a algunos trucos para salir ilesos sin ocasionar accidentes.
De antemano y como de costumbre debemos preguntarnos : en nuestra maniobra qué efecto tiene el viento y qué puedo hacer para sacarle provecho o contrarestarlo. Proponemos tres casos entre los muchos que se verifican pero que, contradictoriamente, pueden generar problemas si usted no tiene un bow(hélice de proa).
En el primer caso tenemos un viento a la cuadra, ligero, pero suficiente como para destruir lentamente la proa. Si tenemos tripulación no importa: el hombre en la proa hará fuerza sobre la amarra del muerto siguiendo durante unos segundos el movimiento del barco, renunciará a esta acción una vez que esté seguro de tener el espacio requerido para arrimarse y partir sin inconvenientes.
Pero si se está solo podemos abandonar todos las amarras a sotavento y permanecer atracados solo por el cabo de popa y el muerto, a barlovento . Hacemos girar un poco el cabo de la popa con el fin de tener una amarra más larga y provocar un movimiento hacia adelante. De esta manera, el cabo de popa entrará en tension a barlovento impidiendo que la proa se sienta amenazada a sotavento . Seguidamente liberamos el muerto y rápidamente volvemos a la bañera para desatar el cabo de popa y finalmente partir, modulando la potencia del motor.
El segundo caso corresponde a una amarra al interno de un canal creado por dos filas contrapuestas de barcos. Es este un caso típico y común de la marina. Si contamos con un viento fresco de popa, es posible que una vez que toque la proa por la izquierda o la derecha, la presión del viento nos empuje hacia los laterales, o sea, sobre los barcos que tenemos al lado. Es un caso típico en el que todos alguna vez hemos sido testigos o protagonistas .
Siempre en ausencia de hélice de proa, podemos hacer pasar un amarre doble entre la proa y el amarradero de otro barco atracado primero que el nuestro en la dirección de marcha que debemos seguir una vez que partamos. Continuando en orden , safamos el muerto, o sea, la amarra de la popa y salimos lentamente pidiendo a uno de los miembros de la tripulación de hacer mesurar la fuerza sobre la amarra , de modo que la proa sea sustentada por el viento. Una vez orientados rumbo la salida recuperamos la amarra a bordo y estamos listos para partir.
La misma maniobra se puede hacer con el viento a través de nuestro atraque, sosteniendo nuestra proa con una ammarra que pasa sobre el amarradero de una embarcación que se encuentre como la nuestra a favor del viento.
El tercer caso es aquel en el que el viento nos sacude en el muelle cuando usamos amarres al estilo Inglés. Es la típica situación que se crea cuando vamos en busca de combustible. El viento que nos ayuda a acercarnos es el mismo que nos aleja y nos obstaculiza la maniobra de desamarre sobre todo, y sucede a menudo, cuando no tenemos espacio delante y detrás por la presencia de otras embarcaciones.
En este caso tenemos que recurrir a la fuerza del esprín. Ponemos uno a proa, justo a la cornamusa mas próxima y la afirmamos a otra cornamusa que encontramos en el muelle alrededor de la popa. Entonces liberamos los otros amarres, avanzamos hacia adelante mientras que un miembro de la tripulación protegerá la proa creando una defensa en el punto de contacto entre la parte lateral de la proa y el muelle. La potencia del esprín atraerá la proa al muelle haciendo girar la popa hacia afuera. Cuando tenemos la certeza de estar libres, llevamos la marcha en punto muerto y rápidamente damos un generoso marcha atrás haciendo liberar la esprín a proa. Todo esto puede tener mejor resultado si la evolución de la hélice está a favor de nuestro destino, de nuestra partida.
El primer caso no tiene secreto, con correr el cabo de proa hacia popa, va reteniendo el barco.
En el segundo caso de tener que hacerme firme a otro barco con un cabo no me convence. Si hay tanto viento que no puedo dominar el barco, no salgo. En su caso ¿como hago para llevar un cabo a otro barco, al que no me está permitido acceder, y despué sujetarme de mi proa. No lo veo.
El tercer caso no lo entendí. Soy muy lento.